Los humanos somos indiscutiblemente impredecibles, en consecuencia nuestras actitudes se manifiestan de igual modo. La herencia, el entorno y nuestra propia esencia son los elementos fundamentales que moldean nuestras conductas....

En cada cuento o escrito se encuentran enmarcados un comportamiento diferente, una naturaleza diferente, un demonio diferente....

lunes, 1 de noviembre de 2010

La función debe seguir II (desilusión).


A paso cansino Estrella acudió a la llamada de la puerta, la tarde era muy gris y muy fría y el impacto de la diferencia en las temperaturas de la calefacción de su auto y el ambiente, hicieron que Liliana no cesara de castañetear sus dientes.

Estrella la hizo pasar, con la cordialidad de siempre, la invitó a quitarse el abrigo y mientras se dispuso a prepararle un café caliente, le indicó que el Sr. Jorge se encontraba en su escritorio leyendo las noticias en su notebook.

Se saludaron calurosamente como era de costumbre, ella se sentó a su lado y apoyó su mano en el apoyabrazos de su silla de ruedas, mientras lo contemplaba con mucha ternura él gira su cabeza para comentarle todo lo que había acontecido desde la última vez que se vieron, pero lo más importante que le contó fue un acontecimiento inesperado para él, Araceli, su única hija, vendría con su familia a radicarse en Buenos Aires muy cerca de él, la idea de disfrutar a su hija y a sus nietos lo mantenía en un alto grado de excitación, sin embargo no pudo contener el desborde cuando su amiga le dijo en voz muy baja y al oído que mediante la red social había logrado tomar contacto con Mónica, a lo que Jorge casi le exigió que le diera toda la información posible para contactarla él mismo.

Estrella, en su afán de conservar su trabajo, se había transformado en su sombra, pues todo lo que él hacía o decía se lo comunicaba de inmediato a su hija…Fue así como revela a su hija y a Liliana un llamado telefónico recibido desde Calafate …., Mónica tomaba su primer contacto con Jorge.

Despuntaba el mes de septiembre y en la ciudad porteña se veían los primeros brotes en los árboles, se podía apreciar en el ambiente el perfume primaveral. Estos tiempos eran apropiados para tomar sol en la plaza que compartía con Araceli, disfrutando buenas charlas recordatorias de viejos tiempos. Una de esas bellas tardecitas Jorge fue acompañado en sus paseos por Norberto su viejo amigo de toda la vida, dueño de un estudio jurídico en la Ciudad de Buenos Aires, luego de recorrer la vieja plaza poblada de árboles, de niños correteando pelotas de colores y de palomas insaciables que se arrimaban solicitándoles miguitas, decidieron volver a casa.

Norberto empujaba la silla de ruedas de su amigo se encerraron en el escritorio, Jorge sacó de uno de los cajones de su escritorio una serie de papeles y se los mostró a su amigo, eran los títulos de propiedad de un hotel de cuatro estrellas, de media docena de aparts, dos departamentos y la vieja casona donde vivió muchos años, todas esas propiedades estaban situadas en Calafate, también le exhibió títulos y acciones e inversiones en el exterior, manifestándole su deseo de distribuir inmediatamente todos esos bienes entre su hija y sus dos nietos, sólo se quedaría con la casa en que vivía y sus abultadas jubilaciones.

La preocupación de Estrella iba en ascenso al ver a su “patroncito” excitado casi alterado cada vez que se contactaba con Mónica, en cada oportunidad que ella le llamaba él sentía impulsos de dejar todo y marchar al sur, no podía olvidar cada momento en todos esos años que compartieron, fueron casi veinte años de amantes incondicionales, sus aventuras, sus viajes, sus diálogos, sus experiencias sexuales fueron apasionadas y descaradas, plenas de placer y Mónica se ocupaba de recordárselo hasta llevarlo a la locura.
La situación se había vuelto insostenible, Jorge quería volver al sur de cualquier manera, ni siquiera tenía en cuenta su minusvalía, no le importaba nada, sólo quería estar con Mónica. La angustia de Araceli de ver a su padre en esas condiciones, la impulsó a tomar cartas en el asunto y decididamente viajó a Calafate a encontrarse con esa mujer.

 Se encontraron en un bar de la zona comercial, mientras Mónica jugueteaba con la cucharita dentro de su capuccino, le confesó a Araceli que se había enterado de aquel accidente que lo dejara inválido, pero en realidad creía que quien había muerto era él y no su última esposa. Araceli no era tonta, supo ver claramente las intenciones de su interlocutora y se atrevió a confesarle que su padre lo único que poseía era la casa de Buenos Aires y que vivía de su jubilación. Mónica, intentando dar por concluido el tema, le aclaró que con su padre no quería otra cosa que una amistad a distancia, pues no se encontraba con ánimos ni en condiciones, debido a gran actividad, a compartir sus momentos con alguien que no pudiera valerse por sus propios medios.

Pasaron varios meses y el desaliento de Jorge crecía día a día, pero aún sigue esperando que el teléfono suene…..


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