¡Cuànto dolor!

Cada vez que ocurre una tragedia lo primero que viene a mi mente es la familia, aunque suene egoìsta, es a lo primero  que me acerco con el pensamiento. Pienso en el profundo dolor inenarrable que le provoca el destino arrancàndoles definitivamente la vida del ser que aman y que a partir de hoy el desconsuelo serà el compañero inseparable de ruta.

 Hoy, como otras veces, se han perdido hijos, hermanos, padres, madres y muchos otros lazos afectivos, seres, que como todos los dìas, salìan de sus hogares para trabajar o estudiar, con ilusiones, preocupaciones, esperanzas y que sin sospecharlo, de la mano de la desidia y de los intereses, la muerte les saliera al paso, truncàndoles la vida y obligando a los sobrevivientes a vivir condenados por el horror grabado en sus memorias, sin ningùn derecho.

¡Paz para las vìctimas y mucha fuerza para todas las familias y para los sobrevivientes del accidente ferroviario de Once (22-02-2012)!