"Cuando no comprendemos una cosa, es preciso declararla absurda o superior a nuestra inteligencia, y generalmente, se adopta la primera determinación.
Concepción Arenal.
El pensamiento de la escritora española, a quien admiro profundamente, posee un hondo contenido acerca del entendimiento y raciocinio de las personas, rayano en lo que quiero expresar respecto a la deficiente calidad de interpretación que estamos viendo y viviendo en la actualidad, me refiero exactamente a la “comunicación interpersonal”. La comunicación consiste en la emisión de un argumento y su recepción, para ello, cuando debemos transmitir una idea, deseo, pensamiento etc., nuestra mente lo procesa y mediante el lenguaje lo hacemos llegar a nuestro receptor, descartando que el mensaje sea asimilado tal cual lo pensamos.
El punto es que no siempre es así y las causas son muy simples, es posible que el emisor no sea lo suficientemente claro o preciso en su mensaje o que el receptor no logre comprender un determinado argumento. Evidentemente este fenómeno sucede cuando hablamos en público o con personas desconocidas, lo inquietante es cuando la mala calidad de interpretación sucede en el ámbito privado, familiar o laboral. Cada día desarrollamos esta acción con una determinada cantidad de personas, a quienes, hipotéticamente, conocemos y nos conocen.
Sin embargo, sobre este último punto, me alarma la “crisis comunicacional” reinante en este ámbito, responsable de grandes discusiones sin sentido y que, en la mayoría de los casos terminan con agresiones verbales, muchas veces, sin retorno. He visto y oído como se descontextualizan frases de un determinado argumento y se prejuzga con absoluta ligereza, como si ese argumento moldeara la personalidad de quien lo emite, es evidente que las emociones, sentimientos e intereses juegan un rol de importancia en todo esto, pero de todos modos esta actitud nos sitúa lisa y llanamente en el campo del desconocimiento.
Me pregunto cómo y por qué se ha perdido la capacidad de analizar los hechos, cuando en realidad son más valiosos que los dichos.