Los humanos somos indiscutiblemente impredecibles, en consecuencia nuestras actitudes se manifiestan de igual modo. La herencia, el entorno y nuestra propia esencia son los elementos fundamentales que moldean nuestras conductas....

En cada cuento o escrito se encuentran enmarcados un comportamiento diferente, una naturaleza diferente, un demonio diferente....

jueves, 6 de septiembre de 2018


Antes y después de Luciano. Mi homenaje.

Apenas en mi primera década de vida comenzaron a resonar en mis oídos voces maravillosas como las de Beniamino Gigli, Enrico Caruso, Mario Lanza y Tito Schipa entre otros; posteriormente escuché a Giuseppe Distéfano, Mario del Mónaco, al Gran Canario Alfredo Krauss, etc. En plena adolescencia tuve el placer de oir al Gran Maestro Plácido Domingo quien hasta aquí me embelesó por su técnica y su gran presencia o tal vez por la época y la tecnología, pero fue un regocijo espiritual escucharlo, más aún  porque en ese momento de mi vida había comenzado a internalizar y a saborear las grandes voces líricas.

Transitando la década de los veinte años, la vida coloca en mis oídos una voz muy singular, una voz preciosa, rica en armónicos y matices, unos agudos extraordinarios y  con una claridad vocal nunca escuchada por mi y, de una particular presencia, se trataba del Tenor Lírico más grande de ese momento Luciano Pavarotti y fue así como pasó a ser mi voz preferida y mi tenor amado.

Durante el año 1981 escuchábamos en los medios especializados que el siguiente año nos visitaría, con mucha ilusión esperé ese momento, pero en ese año los argentinos vivimos el peor suceso de nuestra historia, la guerra de Malvinas y a pesar de sus enormes deseos este hecho le impidió venir a visitarnos ya que la postura de Inglaterra fue inflexible debido al contrato que tenía firmado con el Royal Opera House.

No obstante en cuanto finalizaron sus compromisos contractuales en 1987 lo tuvimos en su primer visita en nuestro querido Teatro Colón, donde pudimos disfrutar La Boheme, de Giacomo Puccini, sinceramente fue el mejor Rodolfo que había visto hasta el momento y puedo decir que hasta ahora, como también puedo contar que desde que salió a escena hasta el último de los aplausos del cuarto acto, tuve la piel erizada todo el tiempo.

Había pasado algo más de la mitad del año 2007 cuando los medios comenzaron a hablar del mal estado de salud de Luciano, fue así como todos los que lo admiramos se nos estrujaba el alma y que el dolor de los amantes de la lírica no tendrían consuelo para lo que devino el 6 de septiembre de ese mismo año lo que fuera la eternización de un Grande.  Así lo sentí y así lo seguiré recordando como el tenor que supo regocijar mis oídos y mi alma. L.G.

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