Los humanos somos indiscutiblemente impredecibles, en consecuencia nuestras actitudes se manifiestan de igual modo. La herencia, el entorno y nuestra propia esencia son los elementos fundamentales que moldean nuestras conductas....

En cada cuento o escrito se encuentran enmarcados un comportamiento diferente, una naturaleza diferente, un demonio diferente....

lunes, 27 de agosto de 2012

Odio.


"Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros". Hermann Hesse. 


He leído y oído a algunos analistas de la conducta humana respaldar el pensamiento del escritor y creo que como emoción tan fuerte debe ser difícil de desterrar una vez que ella se instala dentro de nosotros. Imagino que este profundo sentir debe tener diversas aristas y múltiples motivaciones e indudablemente arrojarán un saldo absolutamente negativo para el manifestante y su círculo. 

Se habla del odio hacia sí mismo, del odio hacia otra persona, del odio a cosas y circunstancias, el odio hacia grupos sociales o comunidades, etc.; también se lo vincula con el amor como polo opuesto, sin embargo no creo que situarlo en contrario al amor sea lo justo, porque tienen mucho en común, son dos sentimientos plenos y fuertes, por tanto no cumplen la figura antagónica, así como el contrario de lleno es vacío, la otra cara del amor es la nada, lo que muchos llamamos “indiferencia” y que es lo que realmente sucede cuando dejamos de amar. 

En muchas oportunidades pensamos que odiamos a nuestros semejantes, porque no compartimos pensamientos o actitudes, como también pensamos que odiamos algunas circunstancias, porque no nos satisface o nos desagrada; pero creo que nos estamos excediendo en nuestra apreciación y tal vez confundimos al odio con “malestar, fastidio, disgusto, etc., que si bien son estados emocionales ligeros, aunque malignos para nosotros mismos, nuestro propio mecanismo de autodefensa hará que se diluyan de alguna manera, devolviéndonos el “primo statu”. 

Sin embargo, me quedó flotando la frase de, Hermann Hesse “…algo que está dentro de nosotros.”, e imagino un virus desencadenante de tal enfermedad destructiva, que evidentemente aquellos que la padecen, deben estar muy predispuestos a ello, tal sería el caso de genocidas, asesinos, golpeadores, etc., que no sólo desean el mal hacia otra u otras personas, sino que lo causan y sin previos ni posteriores cuestionamientos. Ojalá puedan darse cuenta de las grandes pérdidas que ocasiona esa emoción, se pierden afectos, tranquilidad, tiempo, salud física, salud mental y tantas otras cosas que debieran disfrutarse…



Imágen: Odio - Salvador Dalí.

miércoles, 22 de agosto de 2012

El escorpión.



Laura, poseída por una extraña sensación de triunfo, se sentía flotar en el aire, estaba totalmente enajenada! Había cerrado un contrato con una multinacional, para manejarle toda la publicidad del siguiente año.

Deja las oficinas de Puerto Madero y se dirige al estacionamiento a retirar su auto, ya dentro de su cabriolet, toma por la Av. Moreau de Justo camino hacia el puerto, que luego la llevaría a su propia oficina en zona norte.

Le encantaba ir por ese camino, pues conducir por la avenida con el río a su lado la distendía, disfrutaba mucho eso, la hacía sentirse libre....En un punto de la Av. Costanera, un semáforo le obliga a detener su marcha, como es su costumbre, mira a su alrededor y a su lado se había detenido un bello auto importado color gris plata, conducido por un hombre de unos cincuenta y pico, quien al verla, tan bella, le dedica una sonrisa, a la cual Laura responde gentilmente.

Esa mañana, Laura estaba en su estudio, repasando los diseños de unos trabajos que tenia para entregar próximamente, cuando la secretaria irrumpe informándola que en la recepción había un señor que preguntó por ella, que no tenía cita previa, pero deseaba ser atendido únicamente por la Sra. Laura Green.

Tanta impetuosidad y arrojo por parte del hombre, despertó en ella cierta curiosidad, que accedió a atenderle. Ve entrar a un hombre maduro, quizá un par de años más que ella, no muchos más, muy elegante, no muy alto, cabello oscuro. En el aire se confunden sus perfumes, se presenta como Julián Sánchez Delgado, Laura le tiende la mano, se funden en fuerte apretón, luego él se la besa....Mientras tanto Julián explica a Laura su proyecto, ella contemplaba confundida la imagen de ese hombre, lo conocía ...., dónde lo había visto?
Habían transcurrido algunos meses, Laura y Julián seguían discutiendo las ideas de aquel proyecto, cambiando dibujos, colores y hasta conceptos, tanto tiempo habían dedicado a ese trabajo que entre ellos había nacido una gran amistad, comenzaron a compartir otras cosas. Con el tiempo esa amistad se fue transformando en algo más profundo y aquella noche luego de una excelente velada, deciden colocar el broche de oro en casa de ella, flotaban, explotaban, disfrutaban y saboreaban cada momento que estaban juntos. Julián se había convertido en el mejor de los amantes, Laura luego de su viudez jamás había sido amada de semejante manera, al punto que comenzaron a surgir proyectos en común, que ya estaban tomando cierta forma.
Ella tenía en vista una casa con parque, como él quería, cómoda, amplia, con detalles de buen gusto. Cada vez que se daba la oportunidad Julián le sugería que se despojara de algunos bienes que ella poseía en propiedades y valores en bonos y divisas para reinvertirlos en los negocios de él, de ese modo quedaría sellado por siempre el gran amor. No conforme del todo, Laura dilata su enlace con Julián y embargada por un sentimiento de desconfianza que comienza a apoderarse de ella, comienza a investigarlo en profundidad.
Pudo recordar que este hombre, era aquél que una vez la saludó en el semáforo de la Av. Costanera, cuando volvía de cerrar con la petrolera, que se trataba de un pobre pelagatos que no tenía donde caerse muerto, el apartamento que decía ser de su propiedad lo alquilaba y sus escasos ingresos se le diluían en una buena parte en la cuota del auto que tenía para impresionar y hacer rostro con las mujeres que levantaba a diestra y a siniestra. No lo podía creer, no salía de su asombro, pese a que sus sospechas le rondaban en la cabeza desde hacía un buen tiempo, ahora tenía todo documentado y en sus manos, sin poder dar crédito a lo que veía.

Mientras leía aturdida la información de su “amante”, recibía en su móvil, la llamada de su mejor amigo: querida Laura tengo que hablarte sobre Julián Sánchez Delgado......





viernes, 3 de agosto de 2012

Pasión Egipcia IV


Fue un sábado muy difícil de olvidar, recogieron sus ropas como pudieron y se enfrentaron con una realidad que no esperaban. Amir no tuvo empacho en hacer notar su presencia; sin ningún reparo y con un desparpajo sin igual, le hizo ver a su mujer la gran falta que había cometido; Fior rompió en llanto y Federico la tomó en sus brazos para calmarla, sin embargo Amir, en un acto reflejo, no dudó un segundo en separarlos y asestarle un golpe de puño en el medio del rostro a su amante. Fior, semi desnuda, intentó ayudarlo a levantarse pero el golpe había sido tan fuerte que no podía controlar sus movimientos, su nariz no dejaba de sangrar; perturbada por todo lo que estaba ocurriendo gira la mirada hacia atrás y solo ve una sombra desvanecerse cerca de la salida del local y al segundo escucha el portazo. Amir se había ido, había huido como una rata, como siempre lo hizo; ¿qué podía hacer ahora con ese hombre tendido en el piso sangrando sin cesar? Había que darle asistencia de inmediato, ¿pero cómo?, abrió su cartera, tomó su teléfono e inmediatamente llamó a Liz y le explicó lo sucedido, quien no vaciló en despachar a su amante de turno y acudir rápidamente a la escena. Entre ambas lo ayudaron a incorporarse, lo subieron al automóvil de su tía y lo llevaron a la guardia del hospital más cercano. 

Estaba finalizando la primavera y a pesar de los vientos, el calor del verano próximo se hacía sentir. Lizette había terminado de regar sus plantas y se disponía a marchar al restaurante para supervisar que todo estuviera bien para la noche, respetaban la consigna de satisfacer plenamente a sus clientes. Su auto estaba estacionado en la puerta de su casa y al intentar entrar en él, una mano masculina detiene la acción, nuevamente Amir hizo una nueva aparición, mostraba un talante poco reflexivo y su mirada inquisitiva, por un momento, logró amedrentarla, sin embargo ese estado fue fugaz, le devolvió el mismo tono de mirada y sin permitirle esbozar una sola palabra, inmediatamente adopta una postura intransigente y poco elegante, obligándole a confesar el paradero de Nadir, utilizó los epítetos más escandalosos que conocía y le endilgó toda clase de acusaciones que le vinieron a la mente. Sin embargo, Amir permanecía incólume frente a tanta agresión verbal y con una frialdad finamente meditada, le pidió que intercediera ante su sobrina. Evidentemente se trataba de una negociación, volverían a ver a Nadir siempre y cuando Lizette hiciera su trabajo. Desbordada subió al auto y le dio marcha, sin perder de vista al hombre que había abordado un taxi y sin dudar un solo momento decidió seguirlo; el taxi se detuvo en el aeropuerto metropolitano Jorge Newbery y observó cuidadosamente hacia donde se dirigía, bajó de su auto y pudo advertir que su destino era la ciudad de San Rafael en la provincia de Mendoza. 

Fior sabía que Amir en Buenos Aires representaba un gran peligro, consecuentemente sus instintos maternos la llevaron a proteger a Amina, la había enviado junto a sus abuelos, a la casa de unos primos maternos en Concepción del Uruguay en la provincia de Entre Ríos; allí estaría a salvo de su padre y disfrutaría mucho la estadía. La casa era de grandes dimensiones y suficientes habitaciones para huéspedes, estaba situada en el centro de seis hectáreas de terreno, cuyo contorno estaba delineado por diferentes tipos de árboles que mostraban imponentes siluetas y distintas tonalidades de verdes. Sus pensamientos jamás abandonaron a Nadir y mucho menos su recuperación, no se podía permitir quebrarse, eran demasiadas obligaciones que pesaban sobre ella, la organización del local y de su ballet para la nueva temporada que se aproximaba, tenía que tomar decisiones, sin embargo había momentos en que se paralizaba, sentía que sus preocupaciones la devoraban lentamente, debía tomar al toro por sus astas sin detenerse; ¿de qué manera?, ¿cómo podría desarrollar sus ideas con tranquilidad, sabiendo que su hijo se encontraba a mil kilómetros de distancia?. 

قصر فريدة (El Palacio de Farida) estaba en uno de sus mejores momentos, su tía había firmado convenios con algunas agencias de turismo receptivo y para ese fin de semana en que cerraban la temporada primaveral, tenían todas las plazas ocupadas con grupos que venían de Río de Janeiro, Santiago de Chile y Caracas. No importaba el origen de su público, sólo sabían que debían ofrecerles lo mejor de sí; para ello, Farida había preparado una coreografía muy especial, creada y diseñada por Amir, “El secreto del faraón”, basada en la novela de la escritora francesa Violaine Vanoyeke, obra que habían interpretado cientos de veces, pero en esta oportunidad, su primer bailarín Shamil encarnaría a Alexandros y ella a Melissa. El ambiente de ese viernes por la noche era muy especial, la alegría del público brasilero tan particular, contagió al resto de los comensales, que entre palmas y coros avivaron la velada, se vivió un clima diferente. Pasada la media noche los clientes comenzaron a retirarse y el restaurante fue quedando vacío, ya no quedaba nadie, todo estaba acomodado y limpio para continuar al día siguiente; Fior fue la última en salir, a pesar de su gran cansancio quiso echar el último vistazo y comprobó que no estaba sola, otra vez Amir se había hecho presente. 

Ambos salieron del local y se dirigieron hacia la camioneta que Amir había rentado, durante todo el camino, el silencio fue dueño absoluto de la situación; descendieron del vehículo y entraron a la casa. Inmediatamente, Fior se quitó los zapatos, se dirigió hacia la cocina y preparó café para poder sobrellevar la situación en pleno estado de conciencia. Fue él quien rompió el silencio, se acercó a ella, la tomó delicadamente de un brazo y haciendo abuso de su increíble seducción, le cuestionó profundamente el acto de infidelidad que cometiera aquella noche en el restaurante; su tacto la hizo estremecer como la primera vez que la tocó, Amir advirtió lo que le sucedía a su bellísima esposa y no dudó en conducirla hasta el dormitorio. Como aquella primera vez, en que se encontraron en el desierto, le quitó la ropa lentamente acompañando con besos y múltiples caricias hasta dejarla completamente desnuda, secundado por ella que repitió la acción con extrema dulzura. Se redescubrieron, exploraron cada parte de sus cuerpos, manos y bocas sedientas del otro, fundieron sus cuerpos suavemente, salvajemente, apasionadamente hasta estallar… 

La realidad no tardó mucho en regresar, cada uno tenía mucho para decir, ella manifestó su desilusión y su gran angustia al verlo en brazos de otra mujer, luego la desolación por su huída con Nadir; él intentó protegerla pero ella no se lo permitió e inmediatamente le hizo saber sobre su lamentable partida a El Cairo en búsqueda de su hijo y los terribles malos tratos a los que fue sometida en un país cuya cultura difería notablemente, donde el respeto hacia la mujer se situaba muy lejos de todo entendimiento. No había dudas que Amir la amaba con toda su alma, sin embargo no sabía si podría luchar contra su propia naturaleza. Había llegado su turno para hablar y con mucha firmeza le confesó que su huída fue provocada por la vergüenza y el remordimiento que sintió luego de aquel episodio y la falta de coraje para mirarla a los ojos. Jamás había salido del país, sólo había atinado a tomar algunas pertenencias y a su hijo, para luego marchar a la provincia de Mendoza, en donde Yamil, su socio en El Cairo, se había establecido en San Rafael, en donde había inaugurado una nueva escuela de danzas folclóricas egipcias, quien le había dado alojamiento sin condiciones y en honor a la hermandad. 

Nuevamente la vida le había cambiado las reglas de juego, la familia volvió a estar en su lugar, sin embargo sentía que no era lo mismo, no podía entregarle toda la confianza a ese hombre que con tanta liviandad la había defraudado, pero a pesar de ello lo amaba con toda su alma. Cada uno tenía su actividad, el estudio de danzas volvió a estar a cargo de él, formando nuevos bailarines, que como era usual, integraban el ballet del Palacio conducido por Liz y ella con mucha dedicación y maestría. Sin embargo no podía evitar sentirse mal frente a las miradas que Amir les dedicaba a sus odaliscas y más aún cuando ensayaban algún pax de deux, los celos la llevaban hacia la tortura; bajaba de ese estado convenciéndose a sí misma que eran situaciones estrictamente profesionales, pero en sus fueros íntimos sabía que sus instintos culturales se traducían en un acabado deseo sexual, que él no disimulaba en absoluto, sino que por el contrario demostraba placer en ello.