Los humanos somos indiscutiblemente impredecibles, en consecuencia nuestras actitudes se manifiestan de igual modo. La herencia, el entorno y nuestra propia esencia son los elementos fundamentales que moldean nuestras conductas....

En cada cuento o escrito se encuentran enmarcados un comportamiento diferente, una naturaleza diferente, un demonio diferente....

domingo, 30 de diciembre de 2012

Luz y sombra.


Comenzaba a caer la tarde otoñal, mientras Leticia tomaba su bolso y se despedía de Alcira con un tierno beso acompañado de muchas caricias, la puerta de la habitación se cerraba tras de si y Alcira dirigía su mirada hacia la ventana para verla como se marchaba y a su vez expectante del saludo que le diera su amada sobrina desde el jardín, agitando la mano y dedicándose mutuas sonrisas.

Leticia había desaparecido de su vista, pero la anciana seguía con su mirada fija en la ventana de la casona de reposo que la albergaba, contemplaba los árboles y sumergida en sus recuerdos algunas lágrimas rodaban por sus mejillas…..

Se había casado muy jovencita con su primer novio, luego de dar a luz a su hija Aída una enfermedad uterina la mantuvo aislada de su familia por lo delicado de su estado, lo que no le permitiría tener mas hijos ni complacer a su esposo por algún tiempo. Aprovechándose de esta situación, Celestino se marchó de su hogar llevando consigo a Aída muy lejos…

Presa de locura Alcira emprende la búsqueda de su hija, de Buenos Aires nada le quedó por recorrer, a pesar de los infructuosos resultados no se daba por vencida, su búsqueda se extendía más y más hacía unas horas que había llegado a la ciudad de Pergamino al norte de la provincia de Buenos Aires, una ciudad tranquila y su población amigable por excelencia, donde se decía que podía encontrar a Celestino y a Aída, pues allí vivieron él y sus padres muchos años, sin embargo nada de eso ocurrió….

El destino se ocupó que conociera a Miguel, soltero, comerciante, parecía buena persona y vaya si lo era, sucedió en un encuentro familiar en casa de sus hermanos, Miguel al verla supo inmediatamente que Alcira sería la mujer que lo acompañaría el resto de su vida, pero Alcira aún no había caído en la cuenta. Aceptando su condición de mujer separada le propuso convivencia y apoyo incondicional en la búsqueda de Aída, ella no dudó en tomar la decisión y ambos emprendieron una nueva etapa.

Uno de los temas que la atormentaban era la imposibilidad de volver a tener hijos y frustrar ese deseo en Miguel, sin embargo a él nunca le importó porque era muy feliz con ella y tan grande era su amor que le propuso criar Julián, hijo de una de las hermanas menores de Alcira que lo había tenido siendo soltera y así fue como Julián se integró a sus vidas, creció y se desarrolló dentro del seno de una familia acomodada, pues Miguel les procuraba un muy buen pasar, que para la década del 50’ era un privilegio, sin embargo ninguno olvidó sus orígenes ni perdieron el rumbo. Alcira, pese a su nivel de vida, siempre estuvo cerca de sus hermanos conservando esa generosidad innata por la que se caracterizaba.

La vida comenzaba a devolverle más felicidad, Julián a poco de graduarse en la licenciatura en recursos humanos, anuncia su casamiento con Amelia, una jovencita sencilla, común y de familia humilde; momentos en que también, recién llegado de San Nicolás de los Arroyos, ciudad de la provincia de Buenos Aires, Miguel le trae noticias de Aída, para Alcira ya no había más motivos para completar su felicidad!

El encuentro con su hija no cumplió todas sus expectativas, en un primer momento, pero tampoco sufrió grandes decepciones, Alcira intuyó que su hija le ofrecería argumentos diferentes acerca del distanciamiento, pero cada una escucho a la otra con atención y ambas arribaron a la misma conclusión: Celestino las había traicionado llevándose la verdad a la tumba.

Miguel había comprado para Julián la casa lindera y mandó a hacer las reformas necesarias, ese sería su regalo de casamiento, era una casa no muy grande con un estar cómodo y salón comedor, dos dormitorios, una amplia cocina, un pequeño jardín por delante y un patio por detrás de la propiedad.

La vida la había premiado con dos hermosas nietas Sabrina y Aylin, al menos así lo consideraba ella, puesto que Julián no era su hijo sino de su hermana, no obstante tenía otros, los hijos de Aída, a los que veía cuando visitaba a su hija en San Nicolás de los Arroyos. A causa de una larga enfermedad Miguel deja este mundo y Alcira decidió dejar esa casa que le resultaba grande y mudarse a un departamento más chico, comenzando de ese modo a disfrutar su obligada independencia, dedicando su tiempo a su propia persona, a sus hermanos y a su postergada hija.

En uno de sus viajes a San Nicolás, Alcira llevó una serie de papeles que su abogado le había dado para arreglar asuntos de sucesión, por el deseo de vender su actual departamento, de ese modo compraría otro mucho mas grande , pues había accedido a vivir con Sabrina y Ariel su marido, sin embargo Aída renunció a todos sus derechos sucesorios, pensando que lo justo era dejarle su parte a Julián ya que él había vivido siempre a su lado….
La vida le siguió premiando, su casa se llenaba de alegría con la llegada de Denisse, la primer hija de Sabrina y sin dudar en colaborar con los cuidados de la niña, pese a sus ochenta y tres años muy buen puestos, gracias a la generosidad de la naturaleza, pues parecía veinte años más joven.

Se sentía enteramente feliz, si hubiera hecho un balance seguramente sus saldos resultarían positivos, su vida fue intensa y nutrida con muchas variantes, siempre estuvo muy cerca de todos los que amó y de los que sigue amando, junto a sus padres, hermanos, hijos, sobrinos, nietos y bisnietos; vio partir a sus padres y a cada uno de sus hermanos, aún cuando ella era una de las mayores de los diez que eran en total….
Sin embargo el destino le jugaba una mala pasada, un accidente cerebro vascular la dejó hemipléjica y en un estado de total indefensión. Esta situación descolocó a toda la familia obligando a Sabrina a devolverla a casa de su padre en donde permaneció a disgusto de Amelia.

La noticia angustió severamente a Leticia, hija de su hermana menor, quien a partir de ese lamentable momento la visitaba, al menos, una vez a la semana, siempre llegaba acompañada de quien quisiera ir a verla, ella misma se encargaba de recoger a cada uno en su auto, convencida que cada vez le obsequiaba mucho amor multiplicado. Sin embargo no caía en la cuenta que sus visitas con tanta gente molestaba, no exactamente a Alcira, quien se alegraba de verlos y se emocionaba hasta lagrimear, sino al entorno, hasta que un día Sabrina se lo dijo abiertamente, pero fue Julián quien informó a Leticia que su hija había vendido la casa que había comprado con Alcira, oportunidad en que compró otra mucho más grande, lujosa y sólo para ellos; le comentó también, que en breve sería internada en un asilo de ancianos, porque la familia consideraba que sería lo mejor para todos. A partir de ese día Julián y Leticia jamás se volvieron a ver….